Hasta que la traca nos separe

Bueno, olvidemos la entrada anterior y centrémonos en el presente y en mi odio irracional (que ya tocaba, pobrecillo ahí abandonado)

Y si, hoy mi odio irá especialmente dedicado a las bodas. ¿Y porqué a las bodas y no a la gente con perros en el ascensor? Pues porque el perro de mi vecina acaba de morir envenenado (os juro que no he tenido nada que ver, la botella de cianuro no es mía, alguien la puso ahí para echarme la culpa) y quiero guardarle el respeto que no le guardé en vida. (Algún día haré un post sobre los perros en las bodas, eso si que será odio y lo demás son barbies en el país de los colorines pastel)

A lo que iba, las bodas son un rollo. Sobretodo si sabes qué tus amigos se lo están pasando de puta madre en otro sitio, un idiota te ha empujado sobre un banco, se te ha hecho una carrera en las medias nuevas, los zapatos te hacen daño y no está tu entremés favorito en el banquete. Sin duda eso es lo peor. Porque seamos sinceros, ¿para qué vamos a las bodas? A oír la misa no. Y a ver como gente de una edad ya respetable se sube a las sillas y baila la pelusa (dios santo, millones de años de evolución para esto...) tampoco. A las bodas uno va a ponerse morado de comida gratis y a beber alcohol aunque estén tus padres delante (que conste que yo no bebo). Yo admito que tengo un problema con las delicias de elche, que viene a ser (para los que no seáis de estos lares) un dátil envuelto en beicon y con una almendra dentro, todo frito. Con deciros que cuando las trajeron (después de un millón de horas) pude escribir ENE con los palillos ya os podéis imaginar el atracón que me metí... (Solo me comí ocho ¿vale?) Luego me di cuenta de que el camarero también me producía un odio irracional al verle así que escribí “ENE WAS HERE” con sal en la mesa (tengo material gráfico que lo demuestra, ya lo colgaré) y le di vida a mi amigo imaginario “Napoleón Vinoparte”, que llevaba un traje hecho con las servilletas la mar de mono. Como guinda cogí una vela y la metí dentro de la copa que sobraba (es que se equivocaron y nos pusieron tres copas a todos, tanto lujo y luego mira...) la cara del camarero cuando vino a traerme la comida fue algo como...

Luego pusieron esas cosas que se hacen en las bodas modernas, lo del vídeo hecho con el Windows movie maker que se cuelga más que un emo sin novia novio y los montajes de paint tan bonitos con fotos en las que salen los novios borrachos en su época adolescente.
Luego empezaron todos a llorar y a gritar que si el novio era cojonudo y la novia guapa guapa! y cuando yo creía que la cosa no podía ir a peor...

LA CUÑADA PIDIÓ EL MICRO.

A partir de ahí todo es un difuso recuerdo en el que se ven involucrados un cristal roto, un padrino en el suelo con un corte en la ceja y una nave nodriza que vino para llevarme a mi planeta de origen (bueno vale, a lo mejor esto último es mentira)

En resumen, precioso. No puedo esperar a que me inviten a la próxima... 

...en la que con un poco de suerte ya no estaré viva y eso les servirá como excusa. 

Yo creo que hoy, solo por esta foto tan preciosa de Destiny Hope (Miley para los amigos no enemigos) me merezco un comentario.