Una vez todo fuera... es más fácil ser feliz

-¿Quieres distraerte? Pues cómprate un pez y llámalo aceptación ante la realidad ¿y sabes que puedes hacer luego? ¡tirarlo por el retrete! ¡Si! Luego comprate otro, lo llamas rutina, y a la taza de porcelana también. Y mientras observas como se retuerce entre el remolino, arroja las dudas, las impertinecias, los papeles y los gritos. ¿Qué nos queda? ¿Tienes felicidad por ahí? Pues guárdala a buen recaudo, que nunca sabes cuando te va a hacer falta ¿me estás escuchando? y mientras tanto búscate otro pez, ¡no! ¡mejor aún! ¡dos! Y llamas Principio a cada uno ¡Mírame! Estoy tirando mis principios por el retrete. Y no hay nada que alimente mi felicidad como ver mis malditos y mundanos problemas precipitarse hacia las aguas residuales del subsuelo. No quiero consuelos, no quiero mentiras; si he distorsionado la realidad de mi vida hasta convertirla en un esperpento lo prefiero a idealizarla una y otra vez. Estoy viva y no me siento orgullosa de ello. ¿Eso es lo que piensas? No tengo criterio ni opinión propia porque he tirado toda mi bipolaridad por el lavabo, y así desapareció, entre un gorgojeo de agua sucia y escamas de jabón el último intento de animarte que podía salir sincero de esta cabeza. ¿Sabes? Yo tenía un pez que se llamaba Cordura. Sí, lo tiré por el retrete.